Agradezco a Rafael Lobos Herrera Vegas (bisnieto del homenajeado) que me hizo llegar este extracto del libro Antes del Novecientos, de Adolfo Bioy (Bs.As. 1a edición Julio de 1958 y 2a edición noviembre de 1958):
"A Fortín Brandsen iba mi padre, por un día, desde Las Casillas; cuando nos encontrábamos allí, Enrique y yo lo acompañábamos. Hacíamos el viaje, de diez leguas largas, en el mismo coche en que habíamos ido desde Pardo, el rockaway (una vez lo hicimos en el break de Las Casillas), sin cambiar caballos, dándoles un descanso de cuatro horas en Blanca Grande. En esas horas almorzábamos en la estancia de Herrera Vegas; después de almorzar, mi padre dormía una siesta y nosotros, Enrique y yo, íbamos a pasear a la laguna. Cuando estaba allí Rafael Herrera Vegas (lo que ocurrió dos veces en las cuatro o cinco que fuimos) nos llevaba él mismo, con un coche de la estancia; sino nos llevaba el mayordomo, que se llamaba del Llano.
Era aquella una estancia magnífica; tenía un monte inmenso, que visto a la distancia, era más bien bajo. Yo no visité nunca la parte de los galpones y de la administración, pero sabía por mi padre que todo eso era perfecto. En cambio, lo que siempre vi, fué la esquina, la casa de negocio de la estancia, situada a veinte cuadras de La Carmelita (éste era el nombre del establecimiento). El campo tenía nueve leguas de superficie, era muy célebre en la zona, tal vez el más reputado, por la cantidad y calidad de sus haciendas y por su impecable organización y por que allí estaba la famosa laguna Blanca Grande. Mis recuerdos, un poco confusos, del gran señor anciano que era el doctor don Rafael Herrera Vegas, que en una de nuestras visitas estaba en la estancia y nos recibió a almorzar con mucha amabilidad, los de la excelente comida, los del comedor, un cuarto cuadrado de vastas dimensiones con dos mesas, la de comer y la de billar, se hacen más precisos con respecto a la Blanca Grande."
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