¡Qué importa, para la esposa del médico, una noche de vigilia, la ansiedad de una espera, cuando el que vuelve le trae este anuncio: "he evitado una muerte, he salvado una madre, he salvado una tierna criatura"!
Por eso los helenos representan a Esculapio en unión de su esposa Epiona, que en griego significa "la que endulza todos los dolores"
Osvaldo Loudet (Política del espíritu)
miércoles, 31 de marzo de 2010
lunes, 29 de marzo de 2010
"Club Bolívar"
Con la amistad y la hospitalidad que se exteriorizaba en su tertulia, su casa era un centro, un Club, el “Club Bolívar” como lo bautizó Don Leonardo Pereyra. Una de las últimas tertulias que ha conocido Buenos Aires. La mesa tendida, la buena mesa tendida a todos, convocaba diariamente a un grupo numeroso y calificado de personalidades de variada y gran significación. Lo que se pensaba y “decía en lo de Herrera” influía en el país. Era un capo neutral. Se discutía con pasión muchas veces, no pasando de ahí las cosas. De allí salían o se fortalecían iniciativas de toda índole, científicas, literarias, financieras, económicas, industriales, que a todo abría su espíritu amplio el dueño de casa, y con él, sus tertulianos.
Algunas de las personas que frecuentaban estas reuniones eran: Pedro N. Arata; Bartolomé Novaro; Carlos Guido y Spano; Eduardo Crespo (que fue Intendente Municipal); José y Felipe Solá; Leonardo Pereyra; Martín Yraola; Dr. Felipe Ardenghi; Simón y Clemente Zárraga; Ignacio Pirovano; Pablo Marengo; Antonio y Norberto Piñero; Amancio Alcorta; Nicolás Anchorena; Tomás Moncayo (ecuatoriano) Barón (sevillano); Juan Cobo; José Benjamín Gorostiaga; Pedro Palacios (uruguayo); Ernesto Åberg; Pablo Santillan (Profesor de Terapéutica); Felipe Rómulo Piñeyro; Rómulo Otamendi; Pío Trelles; Domingo Cabred; Goyo Soler; Estanislao Zevallos; Carlos y Leopoldo Basavilbaso; Francisco Canale; Juan Angel Molina; Félix Martín y Herrera; Carlos Rodríguez Larreta; Carlos Salas (que fue Embajador en Europa en tiempos de Roque Sáenz Peña); Ricardo Lavalle; Manuel Correa Morales; Carlos Berg; Domingo y Pedro Frías; Ambrosio Olmos; Eduardo Wilde; Eduardo y Ricardo Pérez; Goyo Berdier; Narciso Vivot; Justo Carlé (catalán); Coronel Ricardo Day; Angel M. Centeno; Juan Agustín García y sus hijos Juan y Julio; Carlos Roseta; Adolfo Bullrich; Carlos y Roberto Lloveras; Pedro Roberts; Cleto Aguirre; Eduardo Esteves; Benjamín Buteler; Carlos Carvalho; Dr. Christiani; Dr. Quinche; Dr. Simón; Sr. Vermer-Riverieux (que donó al Papa la Nunciatura de la calle Riobamba); Dr. Defoix; Enrique Perisena; Emilio Cortez; Manuel Aguirre; Vicente Colins (comprador de hacienda); Juan Antonio Argerich
Dos señoras también visitaban la casa y eran infaltables a presenciar desde los balcones los famosos carnavales: Eduarda Mansilla de García (madre de Daniel) y Ventura Muñoz de Wilde (primera mujer de Edardo Wilde, después de la muerte de su primer marido Zavaleta. Su segunda mujer fue Guillermina Oliveira Cesar), así como Enriqueta Alais de Vivot.
Algunas de las personas que frecuentaban estas reuniones eran: Pedro N. Arata; Bartolomé Novaro; Carlos Guido y Spano; Eduardo Crespo (que fue Intendente Municipal); José y Felipe Solá; Leonardo Pereyra; Martín Yraola; Dr. Felipe Ardenghi; Simón y Clemente Zárraga; Ignacio Pirovano; Pablo Marengo; Antonio y Norberto Piñero; Amancio Alcorta; Nicolás Anchorena; Tomás Moncayo (ecuatoriano) Barón (sevillano); Juan Cobo; José Benjamín Gorostiaga; Pedro Palacios (uruguayo); Ernesto Åberg; Pablo Santillan (Profesor de Terapéutica); Felipe Rómulo Piñeyro; Rómulo Otamendi; Pío Trelles; Domingo Cabred; Goyo Soler; Estanislao Zevallos; Carlos y Leopoldo Basavilbaso; Francisco Canale; Juan Angel Molina; Félix Martín y Herrera; Carlos Rodríguez Larreta; Carlos Salas (que fue Embajador en Europa en tiempos de Roque Sáenz Peña); Ricardo Lavalle; Manuel Correa Morales; Carlos Berg; Domingo y Pedro Frías; Ambrosio Olmos; Eduardo Wilde; Eduardo y Ricardo Pérez; Goyo Berdier; Narciso Vivot; Justo Carlé (catalán); Coronel Ricardo Day; Angel M. Centeno; Juan Agustín García y sus hijos Juan y Julio; Carlos Roseta; Adolfo Bullrich; Carlos y Roberto Lloveras; Pedro Roberts; Cleto Aguirre; Eduardo Esteves; Benjamín Buteler; Carlos Carvalho; Dr. Christiani; Dr. Quinche; Dr. Simón; Sr. Vermer-Riverieux (que donó al Papa la Nunciatura de la calle Riobamba); Dr. Defoix; Enrique Perisena; Emilio Cortez; Manuel Aguirre; Vicente Colins (comprador de hacienda); Juan Antonio Argerich
Dos señoras también visitaban la casa y eran infaltables a presenciar desde los balcones los famosos carnavales: Eduarda Mansilla de García (madre de Daniel) y Ventura Muñoz de Wilde (primera mujer de Edardo Wilde, después de la muerte de su primer marido Zavaleta. Su segunda mujer fue Guillermina Oliveira Cesar), así como Enriqueta Alais de Vivot.
viernes, 26 de marzo de 2010
Mar del Sur
"Según los datos disponibles, se ha establecido como la fecha inaugural de Mar del Sur, en el partido de General Alvarado, el 4 de Febrero de 1889, señalando su ubicación al norte del arroyo La Carolina, en un área aproximadamente de 60 hectáreas compradas a Fernando Julián Otamendi por los Señores Juan Bautista Otamendi, el Ingeniero Rómulo Otamendi, José María Calaza, Santiago Baravino, Julio Galona y el Dr. Rafael Herrera Vega, quienes son los principales precursores de la actividad turística del lugar, comenzando entonces la construcción de un hotel, cuya denominación seria "HOTEL MAR DEL SUD", pero el mismo fue destruido por el avance de los médanos, quedando aún hoy algunos vestigios de las primeras construcciones."
Fuente: http://www.mga.gov.ar
lunes, 22 de marzo de 2010
Delfina Bungue de Galvez
Delfina nació en Buenos Aires el 24 de diciembre de 1881 y muere en Alta Gracia, Córdoba, el 30 de Marzo de 1952, siendo hija de Carlos Bunge y de Justa Arteaga; contrajo matrimonio con Manuel Gálvez, escritor argentino. Delfina fue reconocida como escritora y poeta. Su temprana vocación por la escritura resultó en algunas publicaciones en francés y luego publicó en español cerca de cuarenta títulos.
El 5 de Mayo de 1911, Carlos Octavio Bunge le envía a Rafael Herrera Vegas Pereyra Iraola una carta acompañada de un libro de poesías escrito por su hermana Delfina titulado "Simplement ...". En la página 139 hay una poesía dedicada a el Dr. Rafael Herrera Vegas que dice así:
A un vieux medecin
A Mr. le Dr. Rafael Herrera Vegas
C’était un maître de science
C’était un homme bienfaisant,
C’etait un belle consciente
Avec un vieux cœur innocent
Pendant de bien longues années
Des malades en furent bénis
De taut de donleurs contemplées
Son cœur ne s’est point endurci
Et maintenaut sa barbe est blanche
Mais ses bons yeux sont vifs encore
La maisonnette entre les branches
Rit dans un paisible décor
Quoiqu’il vive là solitaire
La La porte ne se ferme pas;
Le pauvre est soigne comme un frère
Car de bien faire il n’est pas las
Là frappe aussi la poesie …
Il dit aux livres “Mes amis”,
Et l’on retrouve rajeuni
L’ancienne amitié près de lui
Il a pour tous de bonnes choses:
Une caresse pour l’enfant,
Pour les jeunes filles des roses,
Et pour chacun un mot charmant
Envoie
Vous avez choisi la plus belle
De vos fleurs moi ce matin …
Hélas! S’ils embaumaient comme elle
Mes vers, ces fleurs de mon jardin!
San Bernardino (Paraguay) 1909
El 5 de Mayo de 1911, Carlos Octavio Bunge le envía a Rafael Herrera Vegas Pereyra Iraola una carta acompañada de un libro de poesías escrito por su hermana Delfina titulado "Simplement ...". En la página 139 hay una poesía dedicada a el Dr. Rafael Herrera Vegas que dice así:
A un vieux medecin
A Mr. le Dr. Rafael Herrera Vegas
C’était un maître de science
C’était un homme bienfaisant,
C’etait un belle consciente
Avec un vieux cœur innocent
Pendant de bien longues années
Des malades en furent bénis
De taut de donleurs contemplées
Son cœur ne s’est point endurci
Et maintenaut sa barbe est blanche
Mais ses bons yeux sont vifs encore
La maisonnette entre les branches
Rit dans un paisible décor
Quoiqu’il vive là solitaire
La La porte ne se ferme pas;
Le pauvre est soigne comme un frère
Car de bien faire il n’est pas las
Là frappe aussi la poesie …
Il dit aux livres “Mes amis”,
Et l’on retrouve rajeuni
L’ancienne amitié près de lui
Il a pour tous de bonnes choses:
Une caresse pour l’enfant,
Pour les jeunes filles des roses,
Et pour chacun un mot charmant
Envoie
Vous avez choisi la plus belle
De vos fleurs moi ce matin …
Hélas! S’ils embaumaient comme elle
Mes vers, ces fleurs de mon jardin!
San Bernardino (Paraguay) 1909
domingo, 21 de marzo de 2010
Parentezco con el Libertador Don Simón Bolivar
Don Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios nació en Caracas el 24 de Julio de 1783 y fue bautizado por el Padre Aristeguieta. Nos cuenta Marcelino Herrera Vegas en sus Memorias, "De un siglo a otro" que el Padre Aristeguieta al bautizarlo le puso el nombre Simón. la familia sabiendo la bautismal quedó asombrada, pues no era ese el nombre que se había convenido ponerle. Cuando se le observó, él contestó: "este niño será el Simón Macabeo de la América". Fué su padrino de bautismo don Feliciano de Palacios, y de confirmación el General Esteban Palacios y Blanco, su tío.
Simón Bolivar fue militar y político, una de las figuras más destacadas de la Emancipación Americana frente al Imperio español. Contribuyó de manera decisiva a la independencia de las actuales Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela.
Simón era primo en segundo grado y de cuarto grado al mismo tiempo de los padres de Don Rafael, pero también era primo hermano de sus suegros.
Doña Carmelita Palacios Vegas, que contrajo matrimonio con Don Rafael en 1867, era hija de Bartolomé de Palacios y Tovar y de María Guadalupe de Vegas y Palacios; hijo el primero de Bartolomé de Palacios Blanco y de Ana María de Tovar y Ponte; y nieto de Feliciano Palacios Sojo y Gil de Arratia y de Francisca Blanco y Herrera (estos dos abuelos de Don Simón).
Don Simón era hijo de Juan Vicente de Bolivar y Ponte y de María de la Concepción de Palacios Blanco, hija ésta de Feliciano Palacios Sojo y Gil de Arratia y de Francisca Blanco y Herrera.
La Nación - 4 de Octubre de 1910
ACADEMIA DE MEDICINA
HOMENAJE AL Dr. HERRERA VEGAS
Bajo la presidencia del doctor Arata se reunió la academia de medicina. Había sido citada para ocuparse de diversos asuntos de interés científico, y concurrieron la mayor parte de sus miembros: los doctores Uballes, Centeno, Decoud, Cantón, Wernicke, Cranwell, Lagleyze, Davel, Gallardo, Piñero, Boeri y Sommer.
El doctor Arata abrió el acto con el recuerdo de la vida del académico doctor Herrera Vegas, recién fallecido, y propuso que en su homenaje se levantara la sesión y se designara una comisión para velar el cadaver.
El decano de la Facultad de medicina, pronunció con este motivo una sentida alocución, historiando los hechos salientes del antiguo compañero, en su acción fecunda y multiple, como maestro y como médico.
Se resolvió colocar en su tumba una placa de bronce conmemorativa; se designó a los doctores Uballes, Cantón y Lagleyze para que velaran el cadaver, y al doctor Wernike para que pronunciara la oración fúnebre.
La academia asistirá en corporación al acto de sepelio.
HOMENAJE AL Dr. HERRERA VEGAS
Bajo la presidencia del doctor Arata se reunió la academia de medicina. Había sido citada para ocuparse de diversos asuntos de interés científico, y concurrieron la mayor parte de sus miembros: los doctores Uballes, Centeno, Decoud, Cantón, Wernicke, Cranwell, Lagleyze, Davel, Gallardo, Piñero, Boeri y Sommer.
El doctor Arata abrió el acto con el recuerdo de la vida del académico doctor Herrera Vegas, recién fallecido, y propuso que en su homenaje se levantara la sesión y se designara una comisión para velar el cadaver.
El decano de la Facultad de medicina, pronunció con este motivo una sentida alocución, historiando los hechos salientes del antiguo compañero, en su acción fecunda y multiple, como maestro y como médico.
Se resolvió colocar en su tumba una placa de bronce conmemorativa; se designó a los doctores Uballes, Cantón y Lagleyze para que velaran el cadaver, y al doctor Wernike para que pronunciara la oración fúnebre.
La academia asistirá en corporación al acto de sepelio.
martes, 16 de marzo de 2010
Sus primeras casas en Buenos Aires
Apenas llegado de Brasil en 1871, don Rafael se acomodó en el Hotel de la Paz. Luego se mudó a la calle Victoria, en los altos de una sombrerería y artículos para hombre, perteneciente a dos hermanos gallegos: Pedro y Juan Moreno. Esa casa estaba situada al lado del teatro de la Victoria.
Poco antes de la llegada de sus hijos de Venezuela, se mudó a una casa muy modesta en la misma calle Victoria, entre Chacabuco y Piedras, frente a la del señor Leonardo Pereyra. Era una casa muy modesta, de frente muy sencillo, de un solo piso, con unos pequeños balcones con barrotes muy delgados. Tenía una entrada en común con un Registro de ropas, cuyos dueños eran españoles. Por una escalera que arrancaba a los cinco metros de la puerta de entrada en común, se subía a un pequeño vestíbulo que ocupaba el primer y único piso de la casa. Tres habitaciones daban al frente: el comedor, una salita y su escritorio. Al lado del comedor, siguiendo hacia el fondo, su dormitorio. Hay que hacer notar que como no habían aguas corrientes, uno se lavaba en un aguamanil y una jarra, y el agua servida se derramaba en un depósito de porcelana, colocado al lado del lavatorio. Después venía el cuarto de dormir de sus hijos, que para este entonces ya habían venido de Venezuela, el cuarto de baño, el cuarto de Luisa Linares y la cocina. Una azotea amplia la seguía, que terminaba con tres piezas y un W.C. Por detrás de estas piezas había un patio que pertenecía al Registro ya mencionado.
Poco antes de la llegada de sus hijos de Venezuela, se mudó a una casa muy modesta en la misma calle Victoria, entre Chacabuco y Piedras, frente a la del señor Leonardo Pereyra. Era una casa muy modesta, de frente muy sencillo, de un solo piso, con unos pequeños balcones con barrotes muy delgados. Tenía una entrada en común con un Registro de ropas, cuyos dueños eran españoles. Por una escalera que arrancaba a los cinco metros de la puerta de entrada en común, se subía a un pequeño vestíbulo que ocupaba el primer y único piso de la casa. Tres habitaciones daban al frente: el comedor, una salita y su escritorio. Al lado del comedor, siguiendo hacia el fondo, su dormitorio. Hay que hacer notar que como no habían aguas corrientes, uno se lavaba en un aguamanil y una jarra, y el agua servida se derramaba en un depósito de porcelana, colocado al lado del lavatorio. Después venía el cuarto de dormir de sus hijos, que para este entonces ya habían venido de Venezuela, el cuarto de baño, el cuarto de Luisa Linares y la cocina. Una azotea amplia la seguía, que terminaba con tres piezas y un W.C. Por detrás de estas piezas había un patio que pertenecía al Registro ya mencionado.
Médico de Renombre
Rafael fue uno de los médicos más importantes de su época, siendo elegido por muchas personalidades, entre las que encontramos al General Bartolomé Mitre y su mujer, Presidente de la Nación Argentina entre 1862 y 1868; el General Racedo, gobernador de la provincia de Entre Ríos entre 1883 y 1886 y ministro de Guerra y Marina de la Nación, durante las presidencias de Miguel Juárez Celman y Roque Sáenz Peña; Lucio Vicente López, interventor Federal de la Provincia de Buenos Aires durante un breve período de 1893 a 1894. Adjunto tres notas enviadas por estas personas a Don Rafael.
Don Rafael Herrera Vegas fue el primer médico en practicar una traqueotomía en Argentina, y operó varios casos de crup diftérico por traqueotomía. Es así que encontramos entre sus operados a: Horacio Rodriguez Larreta, Procurador General de la Nación; María Eugenia Quintana, hija de don Manuel Quintana, Presidente de la República; una hija de Juan María Gutierrez, que como Gutierrez estaba pobre, Rafael no quiso pasarle sus honorarios, éste le regaló un cuadro que representa el "Ecce Homo", atribuido a un discípulo del Guercino, que perteneció a la colección del Barón de Gross. Quizás su paciente más pequeña en operar fue María Luisa Pereyra Iraola, con tan solo 32 meses de edad y así lo cuenta Don Marcelino en sus memorias: "Mediaba el año 1875. Mi padre fue en su coche de caballos, desde la ciudad hasta la estancia San Juan, en el partido de Quilmes y llegó allí al atardecer. La niña estaba tan grave que no quiso operar y ya iba a tomar el carruaje para volverse a la ciudad, cuando doña Antonia se le prendió del faldón de la levita (que era el traje que usaba siempre mi padre, acompañado de la clásica galera) y le rogó que la operase, ya que no había otra cosa que hacer, ni otra esperanza. Se hundía el sol y lanzaba sus últimos rayos, en ese momento la operó y después de terminada la operación, tuvo que sentarse en el sillón rendido y preocupado. Creo, fue la enfermita de menor edad que operó en su lista de traqueotomizados por crup diftérico, que encontré escritos de su puño y letra, que alcanzaban a 20 casos operados por él. La chica estuvo gravísima y después de muchas peripecias y cuidada con solicitud y amor por Mauricia, curó. Esta santa mujer se quedó quince días a su lado sin sacarse la ropa, teniendo que limpiarle la cánula con una pluma de perdiz que mojaba en aceite de comer: ¡qué épocas y qué desconocimiento de las infecciones de las heridas! ¡Lo que es el destino! Quién le diría a mi padre que con el correr del tiempo esa niñita sería la esposa de uno de sus hijos..."
Llegada a Buenos Aires
Cuenta el Dr. Marcelino Herrera Vegas en sus Memorias "De un Siglo a Otro" refiriendose a la emigración de Don Rafael Herrera Vegas y el Gral. Zárraga de su Venezuela natal: "... por abril de 1871 dejaron Caracas y fueron a las islas de St. Thomas para esperar el vapor que debía llevarlos a Río de Janeiro. En Río conoció al Embajador Argentino, Gral. Paunero, quien convino en mandarlo al frente de una delegación brasilera, enviada por el Barón de Río Branco, para combatir la epidemia de fiebre amarilla que en forma grave había aparecido en la ciudad de Buenos Aires. Mi padre, por razones que ignoro, no aceptó ese nombramiento y al llegar la delegación brasilera fue despachado no bien llegaron. Poco después, en el vapor "Douro" llegó mi padre, en las mismas condiciones de los médicos brasileros, con un contrato por el que daban pesos oro 2.000 mensuales durante la epidemia y pesos oro 200 mensuales para sus hijos en caso de fallecimiento. Este contrato lo dejó sin efecto diciendo que no venía a aprovecharse de un país desgraciado. Bello gesto y mayor si cabe, dada su pobre situación financiera."
Conservo en mi archivo una nota enviada por Don J.M. Paunero a mi tatarabuelo, el Dr. Marcelino Herrera Vegas fechada el 19 de Febrero de 1923 que decía en uno de sus párrafos: “Entre los papeles de mi padre, el Gral. Paunero, he encontrado un borrador, de su puño y letra que se refiere a la venida del Dr. Herrera. Consérvelo, es un recuerdo.”
“Río de Janeiro, Mayo 1º de 1871
Exmo Sr. Dr. D. Carols Tejedor Ministro de Relaciones Exteriores X X ,
Buenos Ayres
Mi estimado amigo
Cuando partió de aquí la comisión de médicos brasileros quedó apalabrado el Dr. Herrera, distinguido médico de las Universidades de París y Carácas para transportarse muy luego a Buenos Ayres a prestar sus servicios profesionales durante la fiebre; en las mismas condiciones que aquellos, pero con la diferencia de ir enteramente cometido a nuestras autoridades, habiendole promedidole yo, que no sera removido de Buenos Ayres o fuera de la ciudad si el no lo creyera conveniente. Al poner en conocimiento de U. este compromiso, creo cumplir tambien un deber, en presentar a la relacion de U. la persona del Sr. Herrera pidiendole le dispense toda la consideracion a que es acreedor, por las cualidades que le distinguen, y por ser uno de tantos ciudadanos ilustres que hayan en mi patria por las mismas causas que nosotros abandonamos la nuestra en tiempo de Rosas.”
viernes, 12 de marzo de 2010
Diario La Nación - Septiembre 27 de 1910
Ha muerto ayer en San Bernardino, lugar cercano a la Asunción del Paraguay, en donde se hallaba buscando mejor clima, el Dr. Rafael Herrera Vegas, una de las reliquias de la ciencia médica argentina. Para ella debemos reivindicar ese nombre, no obstante lo extranjero de su nacimiento y de su título, pues si fue Venezuela, su patria de origen, Buenos Aires lo fue de sus triunfos, de su prestigio y de sus afecciones.
Llegó a nosotros, apenas repuesto de los sacudimientos que su espíritu sufriera, y no ya el acierto profesional, si no la seducción de su cultura exquisita y de sus prendas morales, le franquearon prontamente los centros científicos y sociales de nuestra capital.
Fue uno de los más distinguidos Profesores de la Facultad de Medicina, Académico y consejero; pero por sobre todos los títulos de su actuación científica prevaleció, francamente acentuada, la del profesional. El Dr. Herrera Vegas, fue un médico, en el concepto más amplio, más humano de la palabra. Consagrado por entero al sacrificio, a la abnegación, a la perpetua labor que al médico le está deparada; abierto su corazón a todos los secretos, a todos los llamados, llegaba para vencer el mal, y luego de hacerlo, salir conquistndo la tranquilidad y el sosiego para un hogar ansioso y perturbado.
Más que profesión fué su labor un sacerdocio, ejercido con bondad infinita, con un claro y profundo sentido de la vida.
A los veintitres años el Dr. Herrera Vegas llegaba a París a estudiar pintura. Pero su afición y su especial preparación científica le llevaron a estudiar medicina en la Facultad de París. Graduado, con las más altas clasificaciones, vuelve a Venezuela, donde actúa en política y toma parte en una revolución contra Guzmán Blanco.
Proscripto y desterrado, se refugió en La Habana, donde empezó a ejercer su profesión. Allí se acordó de la descripción de la grandeza que de la República Argentina habíale hecho un médico oriental, el Dr. Vizca, su compañero en la Escuela de Medicina de París.
Emprendió el viaje a Buenos Aires con 2000 pesos plata. Al llegar a Río de Janeiro se encontró con una comisión de médicos argentinos, enviados por el gobierno del doctor Tejedor para estudiar la fiebre amarilla. El doctor Herrera Vegas fue contratado inmediatamente para organizar en Buenos Aires los servicios de desinfección y profilaxis.
Un rasgo que nos da la característica de la vida del noble anciano, cuya muerte ha causado profunda pena, merece ser aquí relatado.
El doctor Herrera Vegas renunció a todo sueldo, a todo premio pecuniario, porque, dijo, no quería aprovechar de la triste situación de Buenos Aires para cobrar sus estipendios y emolumentos.
Una operación feliz, realizada con gran pericia y habilidad, la traqueotomía, del actual juez federal doctor Horacio Rodríguez Larreta, fue el primer triunfo del joven venezolano, cuya fama fue creciendo y aumentándose hasta llegar a ser uno de los cirujanos mas acreditados, respetados y queridos.
En su vida social se rodeo con todos los prestigios mas selectos. Su casa fue centro de intelectualidad y distinción; fue de los últimos cenáculos que ha tenido Buenos Aires, en una nota de exquisita cultura y sencillez.
Su vida, ejemplo de rectitud, de perfección, de elevación moral y de sacrificio, fue por entero dedicada a la acción, al trabajo, y a la labor de su profesión, a la que consagróse por completo.
Sus hijos, los doctores Marcelino y Rafael Herrera Vegas, emparentados con las familias patricias de nuestra capital, han seguido sus huellas y en la enseñanza y en la facultad, ocupan situación distinguidisima.
Apenas conocida la dolorosa noticia partieron ambos para la Asunción, de donde será transportado el cadaver a fines de la entrante semana para ser inhumados en nuestra necrópolis.
Llegó a nosotros, apenas repuesto de los sacudimientos que su espíritu sufriera, y no ya el acierto profesional, si no la seducción de su cultura exquisita y de sus prendas morales, le franquearon prontamente los centros científicos y sociales de nuestra capital.
Fue uno de los más distinguidos Profesores de la Facultad de Medicina, Académico y consejero; pero por sobre todos los títulos de su actuación científica prevaleció, francamente acentuada, la del profesional. El Dr. Herrera Vegas, fue un médico, en el concepto más amplio, más humano de la palabra. Consagrado por entero al sacrificio, a la abnegación, a la perpetua labor que al médico le está deparada; abierto su corazón a todos los secretos, a todos los llamados, llegaba para vencer el mal, y luego de hacerlo, salir conquistndo la tranquilidad y el sosiego para un hogar ansioso y perturbado.
Más que profesión fué su labor un sacerdocio, ejercido con bondad infinita, con un claro y profundo sentido de la vida.
A los veintitres años el Dr. Herrera Vegas llegaba a París a estudiar pintura. Pero su afición y su especial preparación científica le llevaron a estudiar medicina en la Facultad de París. Graduado, con las más altas clasificaciones, vuelve a Venezuela, donde actúa en política y toma parte en una revolución contra Guzmán Blanco.
Proscripto y desterrado, se refugió en La Habana, donde empezó a ejercer su profesión. Allí se acordó de la descripción de la grandeza que de la República Argentina habíale hecho un médico oriental, el Dr. Vizca, su compañero en la Escuela de Medicina de París.
Emprendió el viaje a Buenos Aires con 2000 pesos plata. Al llegar a Río de Janeiro se encontró con una comisión de médicos argentinos, enviados por el gobierno del doctor Tejedor para estudiar la fiebre amarilla. El doctor Herrera Vegas fue contratado inmediatamente para organizar en Buenos Aires los servicios de desinfección y profilaxis.
Un rasgo que nos da la característica de la vida del noble anciano, cuya muerte ha causado profunda pena, merece ser aquí relatado.
El doctor Herrera Vegas renunció a todo sueldo, a todo premio pecuniario, porque, dijo, no quería aprovechar de la triste situación de Buenos Aires para cobrar sus estipendios y emolumentos.
Una operación feliz, realizada con gran pericia y habilidad, la traqueotomía, del actual juez federal doctor Horacio Rodríguez Larreta, fue el primer triunfo del joven venezolano, cuya fama fue creciendo y aumentándose hasta llegar a ser uno de los cirujanos mas acreditados, respetados y queridos.
En su vida social se rodeo con todos los prestigios mas selectos. Su casa fue centro de intelectualidad y distinción; fue de los últimos cenáculos que ha tenido Buenos Aires, en una nota de exquisita cultura y sencillez.
Su vida, ejemplo de rectitud, de perfección, de elevación moral y de sacrificio, fue por entero dedicada a la acción, al trabajo, y a la labor de su profesión, a la que consagróse por completo.
Sus hijos, los doctores Marcelino y Rafael Herrera Vegas, emparentados con las familias patricias de nuestra capital, han seguido sus huellas y en la enseñanza y en la facultad, ocupan situación distinguidisima.
Apenas conocida la dolorosa noticia partieron ambos para la Asunción, de donde será transportado el cadaver a fines de la entrante semana para ser inhumados en nuestra necrópolis.
Datos Filiatrorios
El Dr. Rafael Herrera Vegas nació en Caracas el 30 de Octubre de 1834 y fue bautizado el día 14 del siguiente mes en la Catedral de dicha ciudad. Era hijo de Don Mariano José de Herrera y Rodríguez del Toro y de Doña María de la Concepción de Vegas y Palacios, siendo el menor de los 10 hermanos.
El 2 de Septiembre de 1867 contrae matrimonio con su prima, Doña María del Carmen de Palacios y Vegas y conocida en la familia como Carmelita, nacida en Caracas el 15 de Diciembre de 1849 y fallecida el 18 de Junio de 1870 en la misma ciudad. Hija de Don Bartolomé de Palacios y Tovar y de Doña María Guadalupe de Vegas y Palacios.
Dos hijos nacieron de este matrimonio, Don Rafael Herrera Vegas y Palacios, nacido en Caracas el 11 de Septiembre de 1868 y fallecido en Buenos Aires el 17 de Noviembre de 1928; y Don Marcelino Herrera Vegas y Palacios, nacido en Caracas el 3 de Junio de 1870 y fallecido en Buenos Aires el 8 de Junio de 1958.
El 2 de Septiembre de 1867 contrae matrimonio con su prima, Doña María del Carmen de Palacios y Vegas y conocida en la familia como Carmelita, nacida en Caracas el 15 de Diciembre de 1849 y fallecida el 18 de Junio de 1870 en la misma ciudad. Hija de Don Bartolomé de Palacios y Tovar y de Doña María Guadalupe de Vegas y Palacios.
Dos hijos nacieron de este matrimonio, Don Rafael Herrera Vegas y Palacios, nacido en Caracas el 11 de Septiembre de 1868 y fallecido en Buenos Aires el 17 de Noviembre de 1928; y Don Marcelino Herrera Vegas y Palacios, nacido en Caracas el 3 de Junio de 1870 y fallecido en Buenos Aires el 8 de Junio de 1958.
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