martes, 16 de marzo de 2010

Llegada a Buenos Aires


Cuenta el Dr. Marcelino Herrera Vegas en sus Memorias "De un Siglo a Otro" refiriendose a la emigración de Don Rafael Herrera Vegas y el Gral. Zárraga de su Venezuela natal: "... por abril de 1871 dejaron Caracas y fueron a las islas de St. Thomas para esperar el vapor que debía llevarlos a Río de Janeiro. En Río conoció al Embajador Argentino, Gral. Paunero, quien convino en mandarlo al frente de una delegación brasilera, enviada por el Barón de Río Branco, para combatir la epidemia de fiebre amarilla que en forma grave había aparecido en la ciudad de Buenos Aires. Mi padre, por razones que ignoro, no aceptó ese nombramiento y al llegar la delegación brasilera fue despachado no bien llegaron. Poco después, en el vapor "Douro" llegó mi padre, en las mismas condiciones de los médicos brasileros, con un contrato por el que daban pesos oro 2.000 mensuales durante la epidemia y pesos oro 200 mensuales para sus hijos en caso de fallecimiento. Este contrato lo dejó sin efecto diciendo que no venía a aprovecharse de un país desgraciado. Bello gesto y mayor si cabe, dada su pobre situación financiera."

Conservo en mi archivo una nota enviada por Don J.M. Paunero a mi tatarabuelo, el Dr. Marcelino Herrera Vegas fechada el 19 de Febrero de 1923 que decía en uno de sus párrafos: “Entre los papeles de mi padre, el Gral. Paunero, he encontrado un borrador, de su puño y letra que se refiere a la venida del Dr. Herrera. Consérvelo, es un recuerdo.”

“Río de Janeiro, Mayo 1º de 1871
Exmo Sr. Dr. D. Carols Tejedor Ministro de Relaciones Exteriores X X ,
Buenos Ayres

Mi estimado amigo
Cuando partió de aquí la comisión de médicos brasileros quedó apalabrado el Dr. Herrera, distinguido médico de las Universidades de París y Carácas para transportarse muy luego a Buenos Ayres a prestar sus servicios profesionales durante la fiebre; en las mismas condiciones que aquellos, pero con la diferencia de ir enteramente cometido a nuestras autoridades, habiendole promedidole yo, que no sera removido de Buenos Ayres o fuera de la ciudad si el no lo creyera conveniente. Al poner en conocimiento de U. este compromiso, creo cumplir tambien un deber, en presentar a la relacion de U. la persona del Sr. Herrera pidiendole le dispense toda la consideracion a que es acreedor, por las cualidades que le distinguen, y por ser uno de tantos ciudadanos ilustres que hayan en mi patria por las mismas causas que nosotros abandonamos la nuestra en tiempo de Rosas.”

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