Ha muerto ayer en San Bernardino, lugar cercano a la Asunción del Paraguay, en donde se hallaba buscando mejor clima, el Dr. Rafael Herrera Vegas, una de las reliquias de la ciencia médica argentina. Para ella debemos reivindicar ese nombre, no obstante lo extranjero de su nacimiento y de su título, pues si fue Venezuela, su patria de origen, Buenos Aires lo fue de sus triunfos, de su prestigio y de sus afecciones.
Llegó a nosotros, apenas repuesto de los sacudimientos que su espíritu sufriera, y no ya el acierto profesional, si no la seducción de su cultura exquisita y de sus prendas morales, le franquearon prontamente los centros científicos y sociales de nuestra capital.
Fue uno de los más distinguidos Profesores de la Facultad de Medicina, Académico y consejero; pero por sobre todos los títulos de su actuación científica prevaleció, francamente acentuada, la del profesional. El Dr. Herrera Vegas, fue un médico, en el concepto más amplio, más humano de la palabra. Consagrado por entero al sacrificio, a la abnegación, a la perpetua labor que al médico le está deparada; abierto su corazón a todos los secretos, a todos los llamados, llegaba para vencer el mal, y luego de hacerlo, salir conquistndo la tranquilidad y el sosiego para un hogar ansioso y perturbado.
Más que profesión fué su labor un sacerdocio, ejercido con bondad infinita, con un claro y profundo sentido de la vida.
A los veintitres años el Dr. Herrera Vegas llegaba a París a estudiar pintura. Pero su afición y su especial preparación científica le llevaron a estudiar medicina en la Facultad de París. Graduado, con las más altas clasificaciones, vuelve a Venezuela, donde actúa en política y toma parte en una revolución contra Guzmán Blanco.
Proscripto y desterrado, se refugió en La Habana, donde empezó a ejercer su profesión. Allí se acordó de la descripción de la grandeza que de la República Argentina habíale hecho un médico oriental, el Dr. Vizca, su compañero en la Escuela de Medicina de París.
Emprendió el viaje a Buenos Aires con 2000 pesos plata. Al llegar a Río de Janeiro se encontró con una comisión de médicos argentinos, enviados por el gobierno del doctor Tejedor para estudiar la fiebre amarilla. El doctor Herrera Vegas fue contratado inmediatamente para organizar en Buenos Aires los servicios de desinfección y profilaxis.
Un rasgo que nos da la característica de la vida del noble anciano, cuya muerte ha causado profunda pena, merece ser aquí relatado.
El doctor Herrera Vegas renunció a todo sueldo, a todo premio pecuniario, porque, dijo, no quería aprovechar de la triste situación de Buenos Aires para cobrar sus estipendios y emolumentos.
Una operación feliz, realizada con gran pericia y habilidad, la traqueotomía, del actual juez federal doctor Horacio Rodríguez Larreta, fue el primer triunfo del joven venezolano, cuya fama fue creciendo y aumentándose hasta llegar a ser uno de los cirujanos mas acreditados, respetados y queridos.
En su vida social se rodeo con todos los prestigios mas selectos. Su casa fue centro de intelectualidad y distinción; fue de los últimos cenáculos que ha tenido Buenos Aires, en una nota de exquisita cultura y sencillez.
Su vida, ejemplo de rectitud, de perfección, de elevación moral y de sacrificio, fue por entero dedicada a la acción, al trabajo, y a la labor de su profesión, a la que consagróse por completo.
Sus hijos, los doctores Marcelino y Rafael Herrera Vegas, emparentados con las familias patricias de nuestra capital, han seguido sus huellas y en la enseñanza y en la facultad, ocupan situación distinguidisima.
Apenas conocida la dolorosa noticia partieron ambos para la Asunción, de donde será transportado el cadaver a fines de la entrante semana para ser inhumados en nuestra necrópolis.
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